Pues resulta que Claire Danes y Morena Baccarin las protagonistas de Homeland iban juntas al mismo colegio de Nueva York, un colegio público, pero de esos que tienen los mejores rankings en educación. Y mira tu por dónde sufrían el acoso de la misma abusona y se enamoraron del mismo adolescente. Una morena y una rubia que luego resulta que ganan los globos de oro juntas, y que vuelven a ser mejores amigas tantos años después… así es Disneyland Hollywood.
Si esto fuera la revista Jot Down usaría este argumento coyuntural para difundir mi idea sobre la importancia de ser compañeros de pupitre, y de como algunos directivos enriquecidos a dedo como Villalonga o Blesa tenían como único mérito ese, ser compañeros de pupitre de Aznar. Pero mi compañero de pupitre del Colegio Rois de Corella en Gandía ha pasado ya por 80 trabajos diferentes según su vida laboral, es decir, 80 cotizando, muchos más sin cotizar. También hemos visto como un par de compañeros de los pupitres de detrás están muertos o han caído en la droga. Era un colegio con una fama diferente al New York City Lab Middle School. Seguro que en su patio, al contrario que en el mio, no había chavalines que esnifaban pegamento Imedio. Por cierto, la Seguridad Social no le envía a José Manuel la vida laboral cada año, le envía un volumen enciclopédico, y sólo tiene 33 años.
Volviendo a Homeland resulta que allí son enemigas, y resulta que también se enamoran del mismo hombre, bueno una se había desenamorado ya. Porque sin historia de amor de por medio ninguna serie americana sobrevive, la excepción es la mejor: The Wire, y no siempre. Pero independientemente del amor la serie inexplicablemente funciona. Es una gran máquina de Rube Goldberg televisiva donde van cayendo piezas y piensas que en cualquier momento la va a pifiar alguno de los argumentos del dominó de las vidas de los protagonistas pero no, como en una gran orquesta todo confluye una lógica relativa, tiene sentido desde su perspectiva. Algunos de los giros de guión son previsibles, otros no: los malos a veces no son malos; los buenos son malvados; a mi me obligaron a hacerlo, yo no quería; que no es para mí, que es para un amigo, yo me estoy quitando.
Los primeros minutos son para estudiar en las escuelas de guionistas. Héroe americano rescatado, espía guapa sabe un secreto secretísimo, y la mujer del héroe se la está pegando con su mejor amigo en el momento en el que suena el teléfono para anunciarle que su esposo sigue vivo. Si resulta que la mujer del marine (cabezabote según la traducción de Avatar) es Morena Baccarin y se le ven las tetas, éxito asegurado. Ya no se ven más tetas en toda la serie, pero esos primeros 5 minutos ya te han enganchado. Si esto fuera VICE haríamos un artículo sobre las tetas en la televisión y hablaríamos de los vigilantes de la playa, y lo enlazaríamos con Jamón Jamón y la Venus de Willendorf.
Pero esto no es VICE ni Jot Down, así que yo voy a hablar de Homeland. Una serie con guiones políticamente correctos dentro de esa supuesta incorrección que supone criticar lo estadounidense, con ritmo, con tensión, con muchos guiños a la actualidad y con Claire Danes. Hay buenos actores, la mayoría son muy buenos, pero lo de Carrie Matheson (Claire Danes) es de traca. La tía se ha creído tanto su papel de bipolar, que ella misma se ha vuelto un poco desequilibrada en su día a día. La viste su peor enemigo en las galas, habla a trompicones, parece siempre al borde de un ataque de nervios ¡Es carne de Almodóvar! Eso sí, el papel en el drama lo borda. De Brody mejor no hablamos, después de comprobar quienes son su mujer y a su amante lo normal que el marine esté hecho un lío.
No os voy a destripar la serie, pero tengo verdadera curiosidad por saber como se retoma la cuarta temporada después de que los guionistas hayan hecho un Juego de Tronos* en toda regla. Pero los próximos capítulos sin Morena Baccarin (ha sido madre y aparecerá menos) ya no prometen ser tan «frescos» como los anteriores.
*Hacer un Juego de Tronos no significa incesto ni criar dragones, significa cargarse a algún personaje importante al final de cada temporada. Lo cual también se puede llamar hacer un Charlie Sheen, pero eso creo que tiene más significados.