La realidad del «Blablacar» o la experiencia «Couchsurfing» han llegado para quedarse. En un mundo donde cada vez queda menos público y hay más privado, la nueva revolución se llama compartir.
La gasolina está por las nubes, y el peak oil está cada vez más próximo, además nuestro planeta no soporta más la contaminación por el uso de combustibles fósiles, y los gobiernos dan la espalda al problema, ya que están subvencionados por las empresas energéticas. Las calles se han privatizado en favor de terrazas que te obligan a hacer cola para pasar por tu acera, o en espacios para coches que impiden la vida en tantos espacios a priori públicos. El agua, un bien escaso supuestamente de todos, es ahora otro bien privado de consumo masivo. Las escuelas, los hospitales, las carreteras, las líneas ferroviarias, los monumentos, los aeropuertos, los bosques, los museos, los parques… la privatización va ganando poco a poco espacios, servicios y lugares públicos para obligarnos a pagar por todo. Ejemplos hay miles, ahora hay que pagar para entrar al Parque Guell de Barcelona, por subir a las Torres de Serranos de Valencia, acceso a bosques previo pago, colegios concertados, servicio de comida de hospitales externalizados, intención de privatizar el AVE, autopistas salvadas… Y lo peor de todo es que el beneficio es privado, pero las pérdidas (de hospitales, carreteras o proyectos como la fórmula 1) son públicas.
En este contexto donde la gente encuentra muchas dificultades para conseguir servicios a precios razonables, surgen las iniciativas para compartir. Se puede compartir tu wifi con Fon, los gastos de tu trayecto en coche con Blablacar, una cama o un sofa con Couchsurfing, en Shipeer puedes compartir espacio en tu maletero para llevar paquetes, en Task Rabbit tu tiempo para hacer tareas, en AirBnb puedes compartir tu casa o tu habitación, en Comparte Tren la tarifa mesa del AVE y hay cientos de webs de intercambios de casas, de intercambio de archivos e ideas, de crowfunding. Muchas empresas empiezan a compartir espacios de trabajo, se empiezan intercambiar ropa y accesorios, y las posibilidades son ilimitadas.
Las ventajas son obvias:
1.- Ahorras dinero, y en algunos casos un servicio caro te puede salir gratis.
2.- Flexibilidad para (por ejemplo) llamar y cancelar un viaje en coche o quedarte algún día más en el lugar, ya que hay trato directo.
3.- Conocer gente nueva, socializar con personas que en muchos casos pueden ser muy interesantes.
En el futuro, si la legislación no se empeña en luchar contra esta nueva realidad, se va a imponer el consumo colaborativo. Los grupos de consumo que evitan a intermediarios se van extendiendo en las ciudades e irán en aumento. Los espacios «comunales», lugares donde los vecinos puedan desde hacer barbacoas a plantar huertos urbanos son cada día más demandados. La peatonalización de centros históricos para que sea posible compartir espacios; las cooperativas de generación y consumo eléctrico; el intercambio de ideas, casas, coches o espacios; el acceso abierto a Internet; el intercambio de libros, películas u obras de arte… Cuando el capitalismo se vuelve tan feroz que nos priva de libertades públicas, el ser humano se vuelve más social y dispuesto a sacrificar parte de su «yo» en pro del «prójimo». Hemos llegado a un punto en el que los gobiernos no sólo privatizan monumentos otrora accesibles a todos, fuentes anteriormente públicas, parques, hospitales, escuelas, carreteras… Si no que prefieren tener miles de locales y solares cerrados antes que cederlos a asociaciones, e incluso se atreven a privatizar el sol (sí, recoger fotones solares en España está penado)
Yo os invito a todos a crear un grupo de consumo y adquirir (por ejemplo) productos ecológicos directamente a los mayoristas. Os recomiendo usar Blablacar donde he conocido a gente fantástica que han amenizado y abaratado enormemente mis viajes. A plantar vuestras propias verduras; a dejarle a un extraño dormir en vuestra casa e ir a casa de otro extraño; a compartir vuestro Wifi; a intercambiar conocimientos de idiomas, y libros, y películas que ya no vais a usar nunca más. Y poco a poco veréis como sois más ricos, porque la mezquindad y el egoísmo empobrecen al ser humano, mientras que la generosidad y la colaboración enriquecen nuestras vidas.
PD. Pedazo alegato que me he marcado!!!