El hombre que remojaba garbanzos


FullSizeRenderPaseando por el barrio del Carmen me encontré hace poco un negocio coreano de comida para llevar, me llamó mucho la atención, más que por la comida que servían, por el local que ocupaba. Un pequeño espacio cerrado durante años, muy cercano al mercado de Mosen Sorell. Ese mismo local en el que en 2005 cerró un negocio muy curioso, el del vendedor de legumbres remojadas. Allí un señor vetusto sacaba de unas tinajas de barro garbanzos, alubias, garrofons, y lentejas pasadas por agua durante la noche anterior. También vendía macarrones ya cocidos, pero su especialidad eran las legumbres, todas legumbres españolas de primera calidad: las tenía secas, pero las ya remojadas eran las más demandadas.

La tienda era más antigua que el señor que la regentaba, y la competencia de los cada vez más presentes Mercadona y Consum, con sus botes de legumbres cocidas a 50 céntimos, fue imbatible. Así que el tendero cerró, y con él la posibilidad de comprar lentejas de calidad remojadas (no cocidas) para cocinar en el momento. Supongo que al coreano que ha montado un humilde negocio de comida para llevar le irá mejor, pero no dejo de preguntarme que será de aquel vendedor de garbanzos gordos.garbanzos

Y entonces me imagino al mismo coreano llegando a España hace 50 años, cuando las alubias en remojo se vendían a un público fiel de amas de casa que guisaba a diario para sus familias. A una España donde lo más parecido a la comida china era el pato de la albufera y el arroz a la milanesa, y donde el 90% de la población era incapaz de nombrarte la capital de Corea. En aquella España el señor de los garbanzos gordos tenía un negocio próspero, en esta España el coreano venderá cada día decenas de fiambreras llenas de fideos salteados y mezclas de carne barata con salsas de mil colores.

Aquella España tenía serenos, tenía afiladores, bolilleras, aladreros, lecheros, hilanderas, herreros, plañideras, boteros o traperos. Esta tiene community managers, designers, marketing developers, external consultants, coolhunters, business angels, webmasters, product managers, SEO/SEM experts, Traffickers y senior e-comerce gromenawers. Hemos cambiado mucho, no sé si a mejor o peor, pero lo que no cambia ni un ápice es el rencor que se tienen unos a otros.

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Ese rencor que supura cual pus de la herida infecta. Ese rencor que viene de lo más profundo de las entrañas, y destila odio e ira en forma de bocanadas con hedor a bilis y azufre. Ese rencor de los vencedores y sobretodo de los vencidos, que juegan al eterno y tu más; y ahora es la mía; y no te voy a pasar una; y divide y vencerás. Esa España partida ad eternum, que critica la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Esta España de rabia acumulada en las cunetas, de guerras por los colores que ondean al viento y de hermanos que discuten por cuatro piedras. 

Eso no se cura más que viajando y hablando con vecinos, amigos y enemigos. Porque aquel vecino al que miras con antipatía y al que consideras tu enemigo, seguro que tiene mucho más en común contigo de lo que a jamás pensarías. Pero tenemos un problema de base: los intereses económicos creados mediante servilismo, dinero negro y sumisión, llevan a unos pocos a querer guiar a los muchos a la guerra continua, al conflicto irracional que se alimenta de inquina y favorece a los pescadores de río revuelto. A ese enfrentamiento que se nutre de medias verdades, de exageraciones de las anécdotas, de la repetición de eslóganes, de generalizaciones, de la vulgarización, de la orquestación y de la silenciación.manipulacion

Que esos principios goebbelianos los apliquen políticos y asesores puede ser comprensible en una sociedad inmadura como la nuestra, que perdona al corrupto y cae en las trampas de la manipulación, pero no perdona al desaliñado ni critica al torticero. Pero que la prensa servilista y tributaria (e interesada) sea la que encabece esa manipulación hitleriana, no tiene perdón. Con razón España está peor que Ghana, Namibia, Costa Rica o Suriname en cuanto a libertad de prensa se refiere. Yo señores me avergüenzo de la profesión en estos días de fuego cruzado desde las trincheras del rencor, y me abruma la cantidad de malquerencia que desprenden ciertas acusaciones iracundas que leo de amigos y conocidos. Dejen la saña, el odio y la tirria en casa que les va a sentar mal la paella, esa que deberían compartir para limar asperezas y olvidar así caducas rencillas de otra época.

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