Hay vidas que inspiran, muchas de ellas llegan a nosotros a través del cine. Aún así la gran pantalla ha olvidado a algunos personajes cuyas historias son merecedoras de formar parte de las vidas de todos nosotros. Aquí van algunas sugerencias para los guionistas de lo que para mi serían: «Las 6 mejores películas no rodadas».
Gino Bartali
El mundo del ciclismo está lleno de grandes gestas, y aún así es un tema ninguneado por el cine. Bartali ganó el Giro de Italia en el 1936, y entonces perdió a su hermano. Estuvo a punto de abandonar el ciclismo pero siguió a pesar del drama familiar y ganó otro giro, y el Tour en el 38. Mussolini lo convirtió en héroe del régimen tras haber ganado a los franceses en su tierra. Luego llegó la guerra, durante la cual entrenaba en la Toscana sin poder competir, y al acabar, ya cuando habían pasado sus mejores años para el ciclismo, volvió a ganarle Giro y Tour a su gran rival Fausto Coppi. Pero lo que hace de su vida única, fue una revelación sorprendente tras su muerte en el año 2000. A través de unas cartas se descubrió que Bartali pasó los años de la guerra llevando a escondidas entre el cuadro de su bicicleta, documentación para ayudar a los judíos a escapar de Italia, y de la muerte. Ayudó a más de 800 a zarpar lejos del fascismo mientras usaba la excusa de «entrenar», y lo más honroso de todo es que a pesar de haber sido considerado «el ciclista del Duce», se llevó su secreto a la tumba. Épicas luchas con Coppi, paseos en bici por la Toscana, controles policiales salvados por los pelos… sería un peliculón.
Manolis Glezos y Apostolos (Lakis) Santas
La historia de estos dos griegos es heróica y muy conocida en su país. Tres días después de la llegada de los nazis a Atenas se escabulleron durante la noche hasta lo alto de la Acrópolis, de donde arrancaron la Cruz Gamada. El Partenón, el gran templo visible desde toda Atenas, amaneció con un vacío desafiante gracias a la pericia de dos jóvenes osados. La ciudad se levantó revolucionada tras ver que en la Acrópolis faltaba el símbolo de la ocupación alemana, y los jóvenes fueron condenados a muerte en su ausencia, ya que escaparon. Más tarde estuvieron a punto de matar torturado a Glezos, que es actualmente el eurodiputado de mayor edad del Parlamento Europeo con 92 años, y ha vivido una vida de lucha constante contra el totalitarismo. Nació en la preciosa isla de Naxos donde su familia acogió a un símbolo de la Revolución de los Claveles: Otelo Saraiva de Carvalho. Luchó toda su vida contra el nazismo y pasó 11 años en la cárcel y otros muchos desterrado, en los que por ejemplo conoció a Picasso en Paris. Pudo matar a Churchill con la dinamita que tenía colocada en su hotel, pero no lo hizo. En el 2010 le lanzaron gases lacrimónegos a la cara en una manifestación, y acabó hospitalizado. Su compañero, Lakis, llevó una vida tranquila, pero publicó antes de morir un libro sobre lo pasado aquella noche digno de un gran guión hollywoodense, con Glezos de actor principal y Santas como su fiel escudero.
Leonardo da Vinci
Parece mentira que un personaje tan importante no tenga un biopic a la altura de sus méritos. El genio de la Mona Lisa ha hecho numerosos «cameos» en películas de toda índole, pero ninguna profundiza en su incomparable clarividencia. Hijo de un canciller y una campesina, su abuela, ceramista, le inició en el arte. Tuvo de maestro por casualidad al gran Verrochio, fue acusado de sodomía, y con 26 años ya proyectaba iglesias. Perdió el concurso para decorar la Capilla Sixtina contra Miguel Ángel, y acabó en Milán construyendo parte del Castillo de los Sforza y pintando la última cena. En Venecia ideó varios artilugios militares y conoció a Maquiavelo. De vuelta a Florencia y durante 2 años pintó la Batalla de Anghiari en un muro mientras en el opuesto Miguel Ángel pintaba la batalla de Cascina. Ambos cuadros perdidos, pero dos años de convivencia de los genios dan para una película enorme. Se puede seguir con su periodo en Roma y la Gioconda, con su muerte en Francia, con sus estudios de anatomía o incluso con sus análisis del vuelo de los pájaros. Una mente demasiado clarividente para su época, un genio sin parangón.
René Goscinny
A priori puede parecernos que no es más que el creador de Asterix, pero Goscinny es muchísimo más. Hijo de una familia polaca de orígenes judíos, huyeron a Buenos Aires para salvarse de la muerte durante la 2ª Guerra mundial. Tras la muerte de su padre tuvo que trabajar en un taller de reparaciones donde les amenazaban de muerte por las chapuzas realizadas. Renunció para cumplir su sueño de dibujar, y lo hizo primero para publicaciones argentinas, y más tarde en Nueva York a donde llegaron en busca de su tío. Trabajó de traductor hasta que tuvo que huir a Francia para evitar el ejército y se convirtió en el cartelista oficial del régimen. Acabó volviendo a Nueva York donde pasó hambre, soledad y miseria. Allí empezó poco a poco a conocer gente con talento, escribió sus primeras historietas hasta que dos años después volvió a París a trabajar para World Press, y a partir de ahí empezó a crear junto con otros grandes genios a sus personajes más famosos: Lucky Luck, Le Petit Nicolas, Asterix y Obelix, Iznogud… Como si se tratara de un cómic, murió en una simple revisión médica, maldita paradoja. La vida de este genio del lápiz merece una gran película.
Wangari Maathai
Una mujer africana que salvó el corazón de África. Así se podría «vender» la biografía de esta activista keniata del medio ambiente, que plantó (con ayuda de mujeres) más de 30.000 árboles en su país, en una lucha incansable para que no se arrasara el patrimonio natural de Kenia. Estudió en EE.UU, Alemania y Inglaterra, y empezó a trabajar como profesora universitaria en Nairobi. Desde esa posición lucho por preservar los parque naturales, por dignificar el papel de la mujer en la sociedad africana, y contra los regímenes dictatoriales de su país: lo que la llevó a prisión. Galardonada con el Nobel de la Paz en 2004 (primera mujer africana en conseguirlo) su movimiento del «Cinturón Verde» se expandió por otros países y en sus últimos años de vida (murió en 2011 de cáncer) su lucha se expandió a la condonación de deudas imposibles de pagar de países pobres africanos, y a salvar los bosques de toda África de la deforestación comercial. Un ejemplo de lucha y de valentía en una sociedad tan primitiva como la keniata.
Maradona
«No es una persona cualquiera, es un hombre pegado a una pelota de cuero». El mito del fútbol mundial merece un versión realista de su vida. No es una persona ejemplar fuera de un terreno de juego, pero igual su historia puede inspirar a muchos a no tomar el mal camino. Por un lado la parte de mito del deporte, por otro el desastre de su vida personal. Las luces y sombras de su etapa en el Barcelona donde peleas, lesiones, enfermedades y muchas polémicas no le dejaron lucir su estrella. Más tarde su llegada a Nápoles, sus partidos legendarios y sus apariciones con Argentina, donde habría que hacer un capítulo a parte de dos de sus goles más famosos: la mano de Dios y el gol en el que se regatea a media selección inglesa. Sus años dorados en el Nápoles y su sanción por consumo de drogas; su evidente decadencia en Sevilla; sus 5 partidos en Newell’s; la agresión a periodistas; el ridículo en el mundial del 94 con otra sanción por dopaje. Han de salir las luces, con sus partidos más míticos, y también las sombras de su vida fuera de las canchas. Como su relación con las drogas: su obesidad; sus vaivenes amorosos; su cambios de imagen; su etapa de seleccionador nacional; sus litigios judiciales; el fanatismo que provocó con una iglesia a su nombre… Tiene una vida muy cinematografiable, y en cierto modo ejemplifica como desperdiciar el talento infinito.
Películas que están aún por filmar, y que sólo necesitan un buen guión para convertirse en éxitos. Porque la realidad de estas vidas supera ampliamente a la ficción.
Molt gran!
Me apetece mucho la de Bartali y la de Leonardo!