“Me encanta el olor a pólvora por la mañana”
Valencia tenía fama de oler bien, y ahora tiene fama de oler mal, basta con buscar en Google para comprobar la cantidad de comentarios que hay al respecto. Que si huele a caca, a podrido, a orín, a zoológico o a basura… Pues qué queréis que os diga, a mí también me huele a muchas otras cosas. Valencia cuida mucho el sentido del gusto con una gran oferta gastronómica; el de la vista algo menos, ya que edificios impresionantes se juntan con solares decrépitos, pero nuestra luz lo compensa todo; el del sonido no demasiado, ya que somos una ciudad ruidosa y que además bastante permisiva con el ruido; pero de entre todos los sentidos, tal vez el que menos se cuide, sea el del olfato. Para reivindicar los otros efluvios de nuestra ciudad, he creado una ruta de olores que se pueden distinguir por facilidad entre nuestras calles y jardines. Un mapa del perfume de Valencia que espero os invite a respirar conmigo otra ciudad.
Algarrobos – En los tramos 4-5 del jardín del río Turia, cerca de las pistas de atletismo, se encuentra un pequeño bosque de algarrobos. Entre olivos, madroños, alcornoques, carrascos o sauces, destaca el olor inconfundible de las algarrobas en el suelo. Para mi evocan una infancia en la que junto a mi abuelo llenábamos sacos de este fruto tan depreciado, y que él mismo mordisqueaba ocasionalmente para demostrar a sus nietos que era comestible.
Rosas – En el jardín de Viveros se encuentra un pequeño oasis conocido como la “Rosaleda” que cuenta con innumerables variedades de rosales, y con una bonita fuente en el centro. Restaurada recientemente, nunca falta al pasar entre los pinchos de sus rosales el intenso e inconfundible aroma de rosas.
Aceite frito – En fallas es un olor recurrente, tanto que puedes llegar a casa oliendo a aceite sin ni siquiera haberte sentado a comer. Durante todo el año también se puede oler junto a bares y restaurantes, tanto en el centro como en la playa. Es muchas veces el olor que se impone entre los olores a comida, y pese a que no es un buen olor, despierta el apetito como ningún otro.
Hierba recién cortada – Los miles de valencianos que corren, pasean o pedalean por el río Turia conocen este olor. Se desplaza de una zona a otra del río según el calendario de podas, pero en la zona del Parc de Capçalera, es una constante. Una fragancia de naturaleza que se puede disfrutar prácticamente sin salir de casa.
Pescado fresco – El Mercado Central reúne mil aromas en sus 8.160 metros cuadrados. Pero yo, el que me llevo a casa de recuerdo cada día, es el de pescado fresco. Las pescaderías están en una zona acotada, recientemente reformada, y que reúne lo mejor de los mares en poco espacio. Tal vez por ello la concentración de olor sea bastante intensa, y si eres amante del mar, no podrás evitar comprar un puñado de gambas, y un trozo de atún para cocinar en casa.
Humedad – No es tanto un olor como una sensación, y aun así todos sabemos reconocer el olor a humedad. Para apreciarlo en plenitud, tal vez el mejor lugar sea alguna de las iglesias menos reformadas en su interior como Santa Úrsula, San Miguel y San Sebastián o incluso San Agustín. Si no te gustan las iglesias, en cualquier sótano encontrarás este inconfundible olor/sensación.
Salitre – Todo el litoral huele a mar, a mí me gusta especialmente oler el salitre que se aferra a la madera de los barcos en el puerto o en el club náutico. Un olor marino que se puede extender por toda la ciudad en los días en los que el Levante sopla con fuerza.
Pinocha – Otra fragancia característica de los montes que se funde con el sonido de una gran fuente en los aledaños del Palau de la Música. Para muchos una de las zonas más bonitas del río Turia, y sin duda un lugar donde te puedes sentir alejado del mundo. Túmbate en el centro de una pinada, mientras suena de fondo la música de la ciudad, o de algún concierto al aire libre, y tu mente viajará con el olor a pinocha recién caída.
Pólvora – Son 20 días al año, pero esos 20 días, en algún momento, el olor inconfundible de la pólvora quemada visitará tu nariz. Durante las fallas es un olor recurrente, en la calle, en las mascletàs, y en los castillos. Pero en cualquier momento del año, antes de la celebración de bodas, bautizos y comuniones, las tradicionales tracas te devolverán ese «tufillo» con el que tan buenos ratos has pasado.
Arrozales – La albufera tiene muchos olores, pero el más característico, es el olor de los arrozales. Campos de arroz que por su enorme tamaño tienen un impacto importante en la flora y fauna de la zona, y por supuesto en nuestros olfatos. Además el olor cambia cuando la planta del arroz es verde y alta, de cuando el campo se ha quemado a la espera de nuevas simientes. Olor a nuestra tierra.
Azahar – Es un tópico decir que Valencia huele a azahar, pero no es un tópico del todo falso. Muchas calles, avenidas y plazas como la del Patriarca, cuentan con naranjos entre su flora. Pero si quieres disfrutar únicamente de la esencia de azahar, y evitar otros efluvios de humanidad sin salir de la ciudad, puedes acercarte al Jardín de las Hespérides. Allí se encuentran 50 variedades diferentes de cítricos que nos acercan los olores de la huerta valenciana.
Comida – Valencia no es una cocina al aire libre, pero sí que hay algunos olores con los que te cruzarás en la escalera, en el patio de la finca, al salir del trabajo, o a la vuelta de la esquina. Olor a puchero, a pimientos asados, olor a carne torrà, a pan recién hecho, a ajoaceite, olor a romero, y a paella a punto de socarrar… Cada cual reconoce estos olores que nos trasladan a casa de nuestros padres, nuestras abuelas, o al rellano de la escalera donde reside la vecina que cocina para media familia. Todos sabemos distinguir estos olores con los que semanalmente nos cruzamos por Valencia, y que nos hacen la boca agua.
Si se os ocurre algún olor más, no dudéis en comentar. Y ya sabéis que podéis leer muchas más cosas sobre Valencia y los valencianos en De Categoria.
de un tiempo aquí, en Valencia capital, no lo digo yo solo, si no turistas, prensa, vecinos,… olor a desagüe, y olor a orina. Vamos que huele bastante mal, salvo cuando sopla un poco el viento, y huele a azahar o a arrozal.
Lamentablemente los malos olores no vienen solamente de Valencia capital sino que hay uno que es insoportable y lo recibimos del pueblo de ALBORAYA, la cual obsequia a los vecinos e valencia con el NAUSEABUNDO OLOR A GALLINAZA Y PUERILES sin que las autoridades de la capital tengan la dignidad de proteger a sus vecinos.
Hace sólo unos meses que vivo en Valencia, siempre me pareció una ciudad muy bonita, me encantaba. Pero ahora que vivo aquí no puedo con el olor de las alcantarillas, los orines y las heces de los perros. Que pena de ciudad,